Pensar en los diferentes certificados de los que debemos disponer para nuestras propiedades, vehículos etc. como un salvoconducto para evitar multas es negar la validez y la naturaleza de todos ellos. Certificados como el de la Inspección Técnica de Edificios no sólo es obligatorio a partir de que el edificio cumpla 45 años, sino que ofrece la información necesaria para la puesta a punto y para garantizar que un edificio se encuentra en perfecto estado para su habitabilidad.
Una estructura como nueva durante décadas
Hoy día no pensamos en la vivienda como una propiedad efímera. Cuando compramos un coche, por mucho que pensemos en su robustez y en sus calidades para que nos dure lo máximo posible, sabemos en el fondo que llegará algún momento en el que tengamos que cambiar de vehículo, ya sea a los diez años, a los veinte o media vida, es lógico y aceptable que el paso del tiempo haga mella en las piezas y el desgaste acabe con el funcionamiento del coche.
En cambio, es lógico pensar en una vivienda como nuestro entorno particular para pasarnos toda la vida en ella. Pensamos en ella como adecuada si queremos tener hijos o no, si somos de recibir invitados… planes de futuro que abarcan décadas y décadas.
Y para que esas décadas lleguen y nuestra vivienda se conserve como el primer día, no sólo debemos aplicar reformas al interior de la propiedad, sino a lo más importante al fin y al cabo: el edificio que la alberga, y estas vienen indicadas en la Inspección Técnica de Edificios.
La ITE no es un “quitamultas”, es el documento mediante el cual podemos saber si nuestro edificio se conserva como el primer día o muestra ciertas deficiencias lógicas con el paso del tiempo y y que se pueden arreglar con pequeñas intervenciones. Estas intervenciones no son detectables sin un estudio como el que ofrece la inspección técnica.
Una garantía ante la venta
Si finalmente decidimos que nuestra vivienda no es para toda la vida o hemos encontrado una mejor, igualmente conviene que ante la venta, ofrezcamos las mismas garantías de que los nuevos propietarios van a poder disfrutar de ella toda la vida. Esta garantía, que no sólo otorga mayor valor a la propiedad, viene especificada en la ITE.
Caemos en el error de pensar que el mantenimiento de la propiedad pasa por controlar que no se produzcan grietas en la vivienda, filtraciones etc. Pero todos estos problemas lógicos del paso del tiempo vienen de la estructura general, y por tanto forman parte de nuestra obligación como propietarios garantizar que la comunidad de vecinos está comprometida en proteger toda la estructura, y no sólo los metros cuadrados que corresponden a nuestra casa.
Como parte de la compra venta, por contrato se especifican los pagos a la comunidad, la gestión de las zonas comunes etc. Por lo que es lógico que todo comprador quiera garantizarse que la cuota que mes a mes se destine a propiedades comunes, se aproveche correctamente. Hecho que resulta indudable mediante la certificación de que el edificio se encuentra en perfecto estado.
En definitiva, no debemos quedarnos con que la validez de todo certificado nos evita una sanción administrativa. Un certificado no es un pago para “hacer la vista gorda” y no debemos mirar para otro lado una vez recibamos los resultados de estos certificados. Nuestra casa empieza y acaba por el edificio que la sostiene y por ello, prestar atención a todo aquello que nos pueda aclarar y mejorar sus condiciones es más que recomendable.